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La financiación federal termina en octubre y los refugiados en Austin tendrán que arreglárselas por su cuenta

Tres mujeres platicando en una oficina. A través de las ventanas se ven edificios a la distancia.
Michael Minasi
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KUT News
Las trabajadoras sociales Gabriella Hagey y Stephanie González entrevistan a una refugiada antes de entregarle una tarjeta de regalo para despensa en Global Impact Initiative en Austin a principios de este año.

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Para Aroza Hussaini, el mayor choque cultural al mudarse a Austin no fue el tamaño de los supermercados ni el idioma, sino lo libres que parecían las personas.

Hussaini creció en Afganistán, donde existen barreras para que las niñas continúen su educación después de la escuela primaria. Como adolescente, decidió seguir asistiendo a la escuela a pesar de las restricciones.

"Estaba muy emocionada de ir a la escuela todos los días", dijo. "No teníamos muchos materiales, como computadoras o algo así. Solo teníamos papel y lápiz para escribir todos los días".

Pero en 2021, cuando las tropas estadounidenses se retiraron de Afganistán y los talibanes retomaron el control, asistir a la escuela implicaba poner su vida en riesgo, y la familia de Hussaini huyó a Estados Unidos.

Como a miles de personas refugiadas, los servicios de organizaciones sin fines de lucro les ayudaron a establecerse en Austin. Hussaini tomó clases de inglés y recibió ayuda para inscribirse en la escuela. Ahora está por graduarse de la escuela secundaria esta primavera.

Sin embargo, una carta de política pública publicada el mes pasado por parte de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados del gobierno federal ha puesto en riesgo el futuro de los servicios locales para estas personas.

La carta establece que las organizaciones sin fines de lucro que brindan estos servicios dejarán de recibir financiación federal a partir del 1 de octubre. En Texas, organizaciones sin fines de lucro han estado a cargo de la asistencia a refugiados desde 2016, cuando el estado se retiró del programa nacional de reasentamiento. Estas organizaciones ayudan a las personas refugiadas a pagar la renta y la comida, encontrar empleo, acceder a beneficios médicos e inscribirse en la escuela.

El fin de la financiación federal podría hacer que muchos de estos servicios prácticamente desaparezcan en Austin. Después de que los fondos federales se pausaran durante siete semanas entre febrero y principios de marzo, algunos servicios ya han sido afectados.

Catholic Charities of Central Texas, que brindó servicios de relocalización a aproximadamente 700 refugiados en marzo, suspendió indefinidamente su programa y despidió a 30 empleados el mes pasado.

Global Impact Initiative, que atendió a cerca de 800 personas refugiadas el año pasado, tuvo que cerrar su programa y poner en licencia a su personal a principios de febrero. La directora ejecutiva, Anjum Malik, describió la decisión como "extremadamente dolorosa".

"No quieres dejar a tu equipo en la incertidumbre", dijo. "Debes ser consciente de su situación, así que los estuve ayudando activamente a buscar otros trabajos, escribiendo cartas de recomendación y contactando lugares para ver quién podría contratarlos".

Malik dijo que GII reanudó sus servicios cuando los fondos federales volvieron a estar disponibles a finales de marzo, pero no está segura de si el programa podrá continuar en el otoño.

Interfaith Action of Central Texas (iACT, por sus siglas en inglés), la organización que ayudó a Hussaini a encontrar su lugar en Austin —y su libertad� pudo mantenerse abierta gracias a donaciones privadas.

"Es terrible para nosotros. La incertidumbre es horrible para trabajar", dijo Chad Pevateaux, director del programa de refugiados de iACT. "Pero es aún peor para los refugiados".

“Es importante saber que los refugiados no están por buscar una vida mejor; están aquí por sus vidas. Han huido de la persecución. Han huido de la violencia�.
Chad Pevateaux, Interfaith Action of Central Texas

Durante las siete semanas que duró la pausa de financiación, alrededor de 15,000 personas refugiadas que se reasentaron legalmente en Texas dejaron de recibir asistencia de dinero en efectivo, dijo Pevateaux.

"Estábamos al borde de que muchas personas quedaran sin hogar y pasaran hambre", dijo. “Es importante saber que los refugiados no están por buscar una vida mejor; están aquí por sus vidas. Han huido de la persecución. Han huido de la violencia�.

Pevateaux dijo que ni siquiera sabía que una congelación de fondos como esta era posible, ya que Estados Unidos ha financiado servicios para refugiados desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Tahaguas Abraha escapó de la guerra en Eritrea y pasó siete años en un campo de refugiados antes de llegar a Austin en 2019. Cuando llegó, no tenía familiares con ella y no sabía hablar inglés.

"Mucha gente no sabe por lo que han pasado los refugiados", dijo. "Las personas que viven en campos de refugiados no pueden imaginar un futuro brillante para sí mismas. Porque están en un campamento cerrado, sin oportunidades de empleo ni crecimiento. Lo único que los mantiene con esperanza es la posibilidad de ser relocalizados en otros países, como Estados Unidos".

Abraha dijo que iACT la ayudó a dominar el inglés y a inscribirse en la escuela. Ahora es estudiante de enfermería en la Universidad de Texas.

Como mentora en iACT, Abraha ayuda a las personas recién llegadas a establecerse en Austin, algo que teme no poder seguir haciendo si el programa cierra.

Pevateaux dijo que está comprometido a seguir atendiendo a las personas refugiadas en Austin incluso después de que la organización pierda los fondos federales, ya sea mediante donaciones privadas u otra fuente de financiación. Cerrar no solo afectaría a las personas refugiadas en Austin, sino también a la propia ciudad, afirmó.

"Los refugiados son algunas de las personas más resilientes que conocerás", dijo. "Son personas que hacen que Austin sea mejor. Y creo que les debemos mucho".

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